FUENTE : LA PRENSA AUSTRAL
Un taxista lector puso en alerta -en carta dirigida a este medio- sobre una eventual ausencia de especies en las pingüineras del seno Otway, y que esto le significó el pasado 1 de noviembre un bochornoso episodio con unos turistas europeos.
Tal denuncia, sumado al rumor de que perros asilvestrados estarían diezmando a estas aves antárticas, llevó a este medio a visitar la colonia de pingüinos del seno Otway, en la reserva Pecket Harbour. A ella se accede por la Ruta Y-530, vía de ripio que al menos se mantiene en buen estado. Antes de llegar, a unos 5 kilómetros de aquel turístico sector, se debe pagar un peaje inicial de 1.500 pesos por persona, ya para acceder se debe transitar por un camino particular que cruza la estancia de la familia Marinovic Solo de Zaldívar.
Aunque la huella dejada por la extracción carbonífera de Pecket no es la mejor, rápidamente uno se abstrae con las abundantes maravillas naturales del sector, principalmente aves. También hay liebres. Hasta que finalmente accedemos a las instalaciones de la reserva natural Pingüinos Seno Otway, a cargo de la empresa Turis Otway,
La primera impresión no es la mejor, al toparnos, a un costado del ingreso, con un vacío kiosco forrado en latas, nada estético, con la lectura “handycraft”, que parece estorbar tras -aparentemente- ser dado de baja.
Las 70 personas diarias que en promedio pagan una tarifa de 6 mil pesos para ver los pingüinos reciben de cortesía un poco atractivo tríptico amarillo, que insta a cuidar del lugar y entrega información básica sobre el pingüino de Magallanes. Se echa de menos algo de historia del sector.
“Habemus” pingüinos
Un inicial sendero de gravilla se combina con un algo mantenido tablado, que a ratos acusa la huella del tiempo. Al menos se aprecian este año letreros informativos nuevos y otros de madera más pequeños identificando aquí y allá especies vegetales.
Al enfrentar una primera bifurcación del sendero, un letrero ya advierte al turista la presencia de pingüinos. Sólo al llegar al mirador de la playa respiramos abundancia, ya que alrededor de 60 de estas aves antárticas se mueven a sus anchas entre la arena y el mar.
Dicen que un turista extranjero habría sido quien se percató primero del deceso de dos pingüinos, dando aviso a la empresa el mes pasado. Un transportista que desde 1966 acude al sector nos ratifica que hace 25 días fue testigo de la mortandad de unos 40 ejemplares, aparentemente ultimados por perros, con mordidas en el cuello. Incluso admitió que esta temporada se habían asustado pensando que la “pega” bajaría. Afortunadamente los pingüinos han vuelto, aunque nunca con la magnitud de cuatro décadas, cuando se veía una marea incontable de ejemplares en la pampa y en sus madrigueras.
Una pareja de caiquenes con sus crías nos vuelve al presente. Como si amaneciera de nuevo, en otro recodo incluso se aprecian flamencos. Una turista le hace señas a un pingüino caminante por si le posa.
Fascinado vemos al turista checo, Parfin Siska, tras ver al menos 50 pingüinos “es mejor que verlos en el zoológico, verlos en la naturaleza”. Este nativo de Praga también se mostró deleitado por las diversas especies de pájaros luego de recorrer al menos 14 mil kilómetros.
Desde Galicia vino Oscar Bar, de profesión veterinario, quien nunca había visto pingüinos y se mostró fascinado de verlos de tan cerca y en detalle y poder fotografiarlos sin tener teleobjetivo: “Es extraordinario, la gente estaría contenta de venir aquí”.
Para la despedida, una oveja muerta nos depararía la inusual presencia en tierra de una bandada de ocho cóndores.
Nunca pasó antes
Al conversar con el gerente de Turis Otway, Iván Kuzmanic, éste confirmó los ataques caninos a pingüinos, que sería un fenómeno nuevo para ellos. Se trataría de perros que pertenecerían a los pescadores que habitan el sector.
En todo caso, esto coincidiría con una baja notoria que se viene dando en la población de pingüinos en los últimos seis años, avalado en un censo periódico que realizan de dicha colonia. El último censo realizado arrojó poco más de 5 mil ejemplares en aquella colonia. Años atrás llegó a haber 7 mil. Agregó que también tienen a su personal tomando nota de la cantidad de pingüinos que se observan en distintos momentos del día.
El ejecutivo indicó que aún no está establecida cuál es la causa de esta baja, pero se presume que pudiera existir un problema de alimentación a raíz de la acción extractiva de buques pesqueros y no dejarían nada para los pingüinos.
Los antecedentes de los ataques caninos los informaron al Servicio Nacional de Pesca (Sernapesca), a la dirección regional de Medio Ambiente y también al Servicio Agrícola y Ganadero (Sag). Dada su injerencia, este último servicio estudia el tema y pronto tomaría algunas medidas (no fue posible ubicar ayer a su director regional).
Al margen de ello, un mes atrás la empresa mandó a confeccionar trampas para atrapar animales chicos como perros o zorros, de modo de colocarlas en todo el contorno de la pingüinera. No pueden hacer lo mismo en el costado que da a la playa, que es exclusivo de los pingüinos.
Respecto al reclamo del taxista que acudió el 1 de noviembre, refirió que a esa fecha, e incluso a fines de octubre, la cantidad de pingüinos era menor, ya que una gran cantidad se encuentra en apareamiento, y hace 10 días empezaron a llegar los juveniles.
En el sector donde está la pingüinera propiamente tal señaló que han hallado entre 20 a 25 ejemplares muertos, y en el sector del área de protección se contaron otros 150 ejemplares, “trajimos varios a que los examinaran veterinarios, llegamos a pensar en alguna peste todos han salido con mordeduras de perro”.
Con guardias nocturnos tratan hoy de poner varios sistemas que les ayuden a controlar el tema y ver la forma de atrapar a esos animales.