lunes, 18 de agosto de 2014

Espectaculares volcamientos con heridos cerraron Gran Premio

 
FUENTE  :  LA PRENSA AUSTRAL 
 
 
 


Una seguidilla de accidentes registró ayer la segunda etapa del 41° Gran Premio de la Hermandad Chilena Argentina en Tierra del Fuego, que después de la primera fase de la carrera automovilística iniciada el día anterior en Porvenir, partió desde Río Grande con 158 máquinas en 7 categorías, a las que se le dio la largada en el autódromo de esa ciudad argentina. Debido al mejoramiento del clima, que significó un aumento de la temperatura, la ruta de la competencia se presentó más seca que el día anterior, siendo por ende más proclive al aumento de la velocidad, lo que fue la causa principal de los percances de los autos en carrera.
El más violento de los accidentes fue un volcamiento de alto impacto que se produjo en la ruta sur fueguina, entre Russfin y Cameron (comuna de Timaukel), que afectó al auto 411 del trasandino Fernando Muñoz Manríquez, quien llevaba como navegante a su hermano Ernesto y representaban a la ciudad de Ushuaia. Ambos deportistas fueron trasladados hasta la posta de salud de Cameron, donde los atendió el equipo médico instalado en esa villa.
Debido a la gravedad de las lesiones del piloto, que presentaba una fractura expuesta de su pierna izquierda, se solicitó la asistencia inmediata de un helicóptero, aeronave que salió de Punta Arenas con un equipo del Samu, para su traslado al Hospital Clínico de Magallanes. En tanto, su hermano y copiloto se mantuvo en la posta rural hasta la apertura de la ruta horas derspués, al término de la carrera, donde fue trasladado por una ambulancia al Hospital Marco Chamorro Iglesias de Porvenir.
Atendido por el médico de turno, Cristián Sánchez, descartó la fractura costal y de clavícula que se temía, diagnosticándole sólo contusiones costales, un hombro y una rodilla, aunque lo mantuvo hospitalizado en observación. El mismo profesional indicó que el piloto Manuel González Gentile, representante de Río Grande con el auto 101, que antes de llegar a la Meta del Club de Rodeo en Porvenir sufrió un fuerte mareo, tenía su origen en un estado de ansiedad del corredor y no que haya sufrido una baja de presión, como se estimó.
En las cercanías de Cameron también volcó el coche del piloto Rubén Mauro, sin consecuencias para la tripulación.
Choque por alcance

Otro accidente de bastante violencia fue el choque que le ocasionó por alcance el auto 808 del argentino Miguel Antonio Benítez, al auto de menor cilindrada del porvenireño Juan Angel Montenegro Conejera, tras doblar a alta velocidad (más de 200 kilómetros por hora) una “curva ciega”, como el mismo piloto del vecino país calificó. El auto de Montenegro salió despedido del camino, volcando con gran fuerza, siendo trasladado junto a su navegante, Gino Aguilar Andrade, hasta el hospital fueguino, por fortuna, sufriendo ambos sólo un estado general policontuso y con indicación de reposo médico.
Uno más de los volcamientos con mucha potencia fue el sufrido en la recta del camino de las Parcelas, tras atravesar el denominado “puente viejo” y apenas a un par de kilómetros antes de la meta, por los ocupantes del auto Nº500 del piloto procedente de Buenos Aires, Lucas Ariel Yerobi y su copiloto Alejandro Chichotki. También trasladados al hospital isleño, y pese a que del auto prácticamente quedaron unos inservibles fierros retorcidos por la cantidad de vueltas y la serie de impactos experimentados por la máquina, los dos ocupantes tuvieron gran suerte, pues el piloto salvó ileso y a su acompañante se le diagnosticaron sólo policontusiones.
Las “ganas” de ganar influyeron

Por fortuna para el resto de las tripulaciones de máquinas accidentadas, con despistes y volcamientos menores, no hubo consecuencias físicas, aunque sí sus vehículos de competición deberán entrar a talleres para ser sometidos a una completa reparación. Según explicaron los presidentes de las entidades organizadoras, José Cortez, por el lado chileno y Silvio Oyarzo por su contraparte argentina, las condiciones favorables del camino y el ánimo de recuperar los segundos de diferencia que los separaban de sus persecutores en tiempos, imprimió mayor velocidad a sus máquinas, lo que derivó en cada una de las situaciones sufridas.

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