FUENTE : LA PRENSA AUSTRAL
Agradecido de la vida y con un impensable humor, tras lo sucedido, Secundino Fernández Gómez relató a La Prensa Austral los desesperantes minutos que vivió en el torrentoso caudal del río Grande durante la tarde del sábado último, luego de caer, junto a su yerno, José Rohers Fernández, tras un fallido intento por cruzar el desvencijado puente del reguero ubicado en isla Riesco.
Una odisea que, al constatar la buena salud de Fernández, hoy parece incierta, según cuenta, y que, no obstante, para él significó aprender a mirar la vida con otro prisma, tras haber salvado providencialmente de una caída que pudo cobrarle la vida.
En su relato sobre el accidente, el empresario indica que al llegar al río, él y sus tres acompañantes -un amigo y su hermano, además de su yerno- notaron que el puente tenía algunos desperfectos, sin embargo, debido al poco nivel de luz de esa hora, no acusaron la falta de los postes que sostenían parte de la estructura en la otra orilla del cauce, tras lo cual Fernández tomó la decisión de cruzar.
“Previniendo eso, bajé los cuatro vidrios antes de pasar y les dije a todos que se bajaran del vehículo… lo hice, porque aunque el puente se viera firme, podía caerse... no me di cuenta que mi yerno se había quedado atrás de la camioneta y sólo después supe que él también había caído al río, la diferencia era que él nadaba, y yo no”, relata Fernández.
Agrega que: “Cuando mi yerno cayó al agua y empezó a nadar, él se acordó de sus hijas, sus hijos y de su señora, que es mi hija. Cuando yo me caí y quedé dentro de la camioneta, no recuerdo cómo salí, pero sí recuerdo que estaba bajo el agua dando vueltas junto a la corriente y me acordé de un amigo que intentó enseñarme a nadar cuando estaba ahí, no pensé en mi familia, ni en nada, pero recordé a mi amigo cuando me decía que tenía que bracear, entonces, empecé a patalear y a bracear muy mal, pero eso hizo que pudiera sacar la cabeza del agua”.
Los minutos siguientes, el dueño de Buses Fernández recuerda haber sido arrastrado aguas abajo hasta una profunda poza del río: “Cuando llegué ahí, había perdido toda la fuerza que me quedaba, quedé sin movimiento y empecé a irme al fondo. Me pasó lo mismo que al protagonista del Titanic, cuando se fue al fondo del agua, comencé a hundirme y ahí pensé que moría yo me vi muerto bajo el agua hasta que mi mano tocó algo de lo cual me agarré con la otra mano y no sé cómo, llegué a la orilla”.
Mantención de puentes
Si bien, el empresario no culpa del todo a las autoridades, sí espera que con los últimos accidentes ocurridos producto de las crecidas de los cauces y la falta de mantención de los puentes, comiencen a tomar algunas medidas de resguardo.
Acusa, sin embargo, una falta de preocupación por parte del municipio de Río Verde hacia los problemas de conectividad, invirtiendo recursos en situaciones de poca importancia para la comunidad de la isla y de la comuna.
“Los puentes son un desastre en la isla, pero sí la municipalidad gasta dinero en cosas innecesarias como la construcción de una casa en Ponsonby que nadie sabe para qué está unas garitas como resguardo para la gente de las estancias que toma el bus regular, pero nunca se han ocupado porque el bus entra a cada estancia”, reclama.
“También se gastó plata en unas placas solares para alumbrado, pero nosotros que caímos al río, cuando llegamos a la estancia, el puestero no tenía luz. Hay muchos lugares donde no hay luz y, sin embargo, se gastó plata en esas placas que alumbran la nada”, prosiguió.
Sin embargo, señaló que ya está cansado de insistir. “Todo lo que yo viva de aquí para delante es un regalo, que mi yerno esté vivo es un regalo, mi hermano, mi amigo, que estén vivos es un regalo. Entonces, para qué pelear espero que con esto que ha pasado, haya movimiento y se evite que vuelva a suceder”, concluyó.
Una odisea que, al constatar la buena salud de Fernández, hoy parece incierta, según cuenta, y que, no obstante, para él significó aprender a mirar la vida con otro prisma, tras haber salvado providencialmente de una caída que pudo cobrarle la vida.
En su relato sobre el accidente, el empresario indica que al llegar al río, él y sus tres acompañantes -un amigo y su hermano, además de su yerno- notaron que el puente tenía algunos desperfectos, sin embargo, debido al poco nivel de luz de esa hora, no acusaron la falta de los postes que sostenían parte de la estructura en la otra orilla del cauce, tras lo cual Fernández tomó la decisión de cruzar.
“Previniendo eso, bajé los cuatro vidrios antes de pasar y les dije a todos que se bajaran del vehículo… lo hice, porque aunque el puente se viera firme, podía caerse... no me di cuenta que mi yerno se había quedado atrás de la camioneta y sólo después supe que él también había caído al río, la diferencia era que él nadaba, y yo no”, relata Fernández.
Agrega que: “Cuando mi yerno cayó al agua y empezó a nadar, él se acordó de sus hijas, sus hijos y de su señora, que es mi hija. Cuando yo me caí y quedé dentro de la camioneta, no recuerdo cómo salí, pero sí recuerdo que estaba bajo el agua dando vueltas junto a la corriente y me acordé de un amigo que intentó enseñarme a nadar cuando estaba ahí, no pensé en mi familia, ni en nada, pero recordé a mi amigo cuando me decía que tenía que bracear, entonces, empecé a patalear y a bracear muy mal, pero eso hizo que pudiera sacar la cabeza del agua”.
Los minutos siguientes, el dueño de Buses Fernández recuerda haber sido arrastrado aguas abajo hasta una profunda poza del río: “Cuando llegué ahí, había perdido toda la fuerza que me quedaba, quedé sin movimiento y empecé a irme al fondo. Me pasó lo mismo que al protagonista del Titanic, cuando se fue al fondo del agua, comencé a hundirme y ahí pensé que moría yo me vi muerto bajo el agua hasta que mi mano tocó algo de lo cual me agarré con la otra mano y no sé cómo, llegué a la orilla”.
Mantención de puentes
Si bien, el empresario no culpa del todo a las autoridades, sí espera que con los últimos accidentes ocurridos producto de las crecidas de los cauces y la falta de mantención de los puentes, comiencen a tomar algunas medidas de resguardo.
Acusa, sin embargo, una falta de preocupación por parte del municipio de Río Verde hacia los problemas de conectividad, invirtiendo recursos en situaciones de poca importancia para la comunidad de la isla y de la comuna.
“Los puentes son un desastre en la isla, pero sí la municipalidad gasta dinero en cosas innecesarias como la construcción de una casa en Ponsonby que nadie sabe para qué está unas garitas como resguardo para la gente de las estancias que toma el bus regular, pero nunca se han ocupado porque el bus entra a cada estancia”, reclama.
“También se gastó plata en unas placas solares para alumbrado, pero nosotros que caímos al río, cuando llegamos a la estancia, el puestero no tenía luz. Hay muchos lugares donde no hay luz y, sin embargo, se gastó plata en esas placas que alumbran la nada”, prosiguió.
Sin embargo, señaló que ya está cansado de insistir. “Todo lo que yo viva de aquí para delante es un regalo, que mi yerno esté vivo es un regalo, mi hermano, mi amigo, que estén vivos es un regalo. Entonces, para qué pelear espero que con esto que ha pasado, haya movimiento y se evite que vuelva a suceder”, concluyó.
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