lunes, 29 de abril de 2013

Soldados del cuartel de Santa María: “No ha sido fácil dejar nuestros hogares”

FUENTE   :    PRENSA AUSTRAL


Siguiendo las tradiciones familiares y sueños de crecimiento personal, cada año miles de jóvenes se enrolan a las filas de las Fuerzas Armadas, para cumplir con su deber con la patria. La mayoría de ellos busca forjarse un futuro, aprendiendo un oficio y también poder nivelar sus estudios y acceder a cursos de capacitación laboral.

Inmersos en un contexto completamente diferente al que se han desenvuelto durante toda su vida, 1.063 jóvenes realizan este año su servicio militar en la Región de Magallanes, y cumplen desde el 7 de abril la primera fase de su instrucción para convertirse en soldados regulares, distribuidos en los campamentos de adiestramiento e inducción de las distintas brigadas que conforman la Quinta División de Ejército.

Parte de este adiestramiento se realiza en la estancia Santa María, a 128 kilómetros al norte de Punta Arenas, ruta a Monte Aymond, donde 256 soldados conscriptos de la Cuarta Brigada Acorazada “Chorrillos” completarán esta instrucción en distintas disciplinas, que los preparará física y mentalmente para enfrentar cualquier situación básica de combate, además de fortalecer sus valores morales y estar dispuestos a ayudar en caso de una catástrofe.

Al finalizar el año de conscripción podrán nivelar sus estudios y aprender distintos oficios que les faciliten integrarse al mundo laboral. También aprenderán a valorar la importancia de la familia, los amigos y las comodidades del hogar, ya que al enfrentarse a un estilo de vida regido por la disciplina, éstos obtienen una visión más amplia de la vida.

Entre los soldados que durante estos meses se encuentran adiestrándose en las artes del combate y descubriendo una carrera como uniformados, se encuentran Felipe Lizondo Vargas (18) y Fabián Capdevila Bahamóndez (20), de Punta Arenas, quienes señalaron a La Prensa Austral que “no ha sido fácil dejar nuestros hogares, pero sin duda es una experiencia que vale la pena”. Plantearon que dejar a la familia es lo más difícil para un soldado conscripto, pero en pocos días y ante la gran exigencia física y mental de soportar las inclemencias del tiempo durante su instrucción en el campo han encontrado nuevos “hermanos”.

Aún intentando adaptarse a las condiciones climáticas de Magallanes, la gran mayoría de los soldados provienen de la zona central del país. Es el caso de Pablo Gómez Poblete (17) y Elías Torres López (20), quienes aseguran que realizar el servicio militar “es cumplir con sueños personales y aprender a valorar todo lo que se queda en casa. Estando tan lejos uno valora los tiempos que preferíamos estar carreteando o con los amigos y no con la familia, pero sabemos que nuestras familias están orgullosas y eso nos motiva todos los días a seguir adelante”.

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