FUENTE : LA PRENSA AUSTRAL
Como es tradicional, este 31 de diciembre, a las 19 horas en la iglesia Catedral, el obispo de Punta Arenas, monseñor Bernardo Bastres, entregará el Premio por la Paz, que otorga anualmente la diócesis, en el marco de la Jornada Mundial por la Paz, distinción que este año recayó en el médico geriatra Ramón Lobos Vásquez, director del Establecimiento de Larga Estadía para el Adulto Mayor (Eleam), dependiente del Servicio Nacional del Adulto Mayor.
El anuncio de este nuevo premio fue entregado ayer por el prelado en dependencias del mismo centro donde labora el conocido facultativo, y junto a todo el personal y los beneficiarios del Eleam. Allí, Bastres destacó que este premio recoge una tradición diocesana instituida por el obispo emérito Tomás González Morales. Este año, el primer mensaje que envía el Papa Francisco sobre la paz lo titula “La fraternidad, fundamento y camino para la paz”, señalando que lo que más contribuye a la paz es la fraternidad, cualidad humana esencial, “porque somos seres relacionales”.
El nuevo premiado, de 53 años, oriundo de Valparaíso llegó a la región en 1970, y estudió en el Liceo San José, titulándose como médico en la Universidad de Chile, y luego se especializó de geriatra en la Universidad de Concepción y luego en Cuidados Paliativos en la Universidad Mayor.
Opción
Lobos agradeció esta distinción, y más aún su anuncio en “la casa de los adultos mayores”, remarcando que a él le corresponde ser la cara visible de un esfuerzo de equipos humanos, la salud no la hace una persona, ni dos, sino que la hacen los equipos de trabajo, gente que se mueve buscando un resultado, no siempre bien comprendido”.
Resaltó que los adultos mayores son el centro y el motor de su trabajo, “el equipo con que dirijo tiene puesta la camiseta. Esto espero que se note, se vea esto revela la importancia que está teniendo para nuestra sociedad la tercera edad”. Como único geriatra de la región, instó a que otros también abracen esta opción profesional.
Junto a él también estuvieron su hermana Ingrid, educadora de párvulos, y sus padres Julio Lobos Rodríguez, ingeniero constructor, y Florinda Vásquez Hernández, dueña de casa. Ellos destacaron que desde joven Ramón se llevó siempre bien con los adultos, incluyendo a su abuela materna. En sus inicios como médico, sería su trabajo de atención a los jubilados de Enap -que mantiene hasta hoy- el que definiría su especialidad. Esta le ha permitido atender a los padres de sus amigos e incluso acompañarlos en el dolor de alguna pérdida.
A su vez, Bastres destacó el poner un problema sobre la mesa, opción que asumieron como diócesis acompañando a los adultos mayores que están postrados en sus casas, donde hay una pobreza tremenda, sobre todo de soledad, de abandono.
“Por otro lado, tenemos este centro que hay personas que son bien atendidas, pero nos damos cuenta que este centro no abarca a todos”. Sin ir más lejos, indicó que muchos adultos quisieran estar en este centro para pasar sus últimos días con dignidad: “Como sociedad, aún tenemos ahí una deuda pendiente”, al cual sumó la preocupación por las malas jubilaciones y situaciones como el reciente cierre de un hogar de ancianos por estar mal atendidos, con el problema que “no hay dónde llevarlos”, por lo que su situación se agrava.
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