miércoles, 28 de mayo de 2014

Vecinos de la Costanera expresan su indignación y pánico porque nadie ha podido frenar las carreras clandestinas

FUENTE  :   LA PRENSA AUSTRAL



El rugido de motores, chillido de frenos, el choque contra una luminaria u otro vehículo y música a todo volumen es el ambiente con el que deben convivir durante la noche -preferentemente desde jueves a sábado- los vecinos que miran y dan a la espalda a la Costanera del Estrecho.
Es el costo que han debido asumir centenares de familias que tienen sus domicilios en villa El Golf, Las Naciones, Playa Norte y barrio Croata, por el norte, y también los residentes de Avenida 21 de Mayo, por el sur.
Y es que las carreras clandestinas no dan tregua, sembrando la indignación y el pánico entre los habitantes al caer la noche.
Los “lomos de toro” y las rondas periódicas que tanto Carabineros y la Policía de Investigaciones despliegan en el borde costero, han resultado insuficientes para frenar los “piques” clandestinos, dieron cuenta los vecinos al momento de entregar su testimonio a La Prensa Austral.
Hay plena coincidencia en que las carreras lejos de mermar, se han multiplicado con desastrosas consecuencias tanto para los bienes de uso público como para la vida humana.
“Uno no puede dormir tranquilo, porque no sabe qué fin de semana se le mete un auto a la pieza atravesando la pared”, es uno de los tantos temores que reiteran los vecinos.
Un recorrido por el sector permite darnos cuenta que los habitantes de Playa Norte, villa El Golf o Las Naciones están ávidos de relatar sus experiencias.
“Esto es de todos los fines de semana, no hay un día que corran. Lo que más molesta es que sí hay Carabineros, pero estas personas apenas ven una patrulla se escapan, y pareciera que se pasan el dato entre ellos, porque en cuanto se va la policía vuelven y sigue el ruido, las carreras y el peligro. En esta villa (El Golf) antes no habían rejas y poco a poco los vecinos han ido cerrando su propiedad por miedo de que un automóvil pase de largo”, comentó Dexis Montero Fernández.
“Mi hijo duerme
con temor”
Hace 2 años Pedro Toro Mancilla compró su vivienda en la villa Javier Palacios, a escasos metros de la Costanera, sin embargo no esperaba que lo que era la adquisición de su casa propia con una vista privilegiada hacia el estrecho de Magallanes, se convertiría en un verdadero calvario.
“Tengo un hijo de 3 años que los fines de semana no puede dormir, estos tipos pasan con sus roncadores y el niño despierta temblando, muy alterado. He intentado filmarlos, corriendo, pero no se saca nada. Uno llama al Cuadrante de Seguridad Preventiva de Carabineros, pero cuando llega la policía los autos desaparecen antes de que se pueda hacer algo”, relata Toro.
Añade que las carreras se inician cerca de la medianoche entre jueves y sábado, y se extienden durante la madrugada, asegurando, además, que varios propietarios han decidido vender sus casas y cambiarse a otro sector ante lo insostenible de esta situación.
57 años en el sector
Rosa Maichil Barrientos, con más de 57 años residiendo en calle Jorge Montt, en las proximidades del conflictivo cruce de Costanera con pasaje José Velastegui, ha sido testigo de numerosos accidentes automovilísticos en la avenida.
Demanda una mayor reacción de Carabineros y que la gestión no sólo contemple patrullajes, sino que su presencia sea permanente, poniendo en marcha controles a automovilistas sobre todo los fines de semana durante la noche.
“Los conductores esperan que se vaya la patrulla de Carabineros para retomar las carreras. Usted no se imagina lo que es tener que soportar todas las noches esos estruendos, y vivir con el terror de que un día pasen de largo y se metan a mi casa. Yo duermo al lado de la calle y no es posible descansar, y si bien antes esto era sólo los fines de semana, ahora es cosa de todos los días”, afirmó afligida la antigua vecina.
“Han cambiado los tiempos”
Sergio Ibarra Figueroa lleva alrededor de 40 años viviendo en Playa Norte. Opina que la avenida es “un peligro que nos complica a todos, no sólo a los automovilistas, sino también a las familias que tienen a sus hijos que juegan cerca de ambas vías. Este fin de semana, sin ir más lejos, hubo un accidente donde voló un poste del alumbrado público, entonces hay mucho riesgo involucrado”, planteó el vecino.
Sostiene que se trata de un “tema de nunca acabar”, y con el paso del tiempo “lamentablemente se han acostumbrado a correr”. Recordó que cuando no estaba la avenida era un sector donde reinaba la tranquilidad, la que poco a poco se ha ido transformando en una “pista de carrera clandestina”.
Consultado sobre cuál sería su propuesta para frenar estos “piques” automovilísticos, Ibarra admite que “es muy difícil ponerle un alto al asunto, nosotros hemos llamado a la policía y ellos vienen, pero cuando terminan su patrullaje vuelven a aparecer los famosos tuning. Tampoco podemos pedir que pongan un policía fijo acá, sería perderlo y creo que hay delitos más importantes que atacar, pero no existen los recursos para combatir lo ocurrido”, concluyó impotente.
Presencia de alcohol
Finalmente, Ema Paillán Ruiz, otra de las vecinas de Playa Norte agrega un antecedente no menor, como es el hecho que en la mayoría de los accidentes está presente el alcohol. “He visto que vienen, estacionan los autos y se ponen a beber, quedando realmente ebrios, y eso es más peligroso”, denunció.
Recordó que hace algunos años fueron en estas mismas prácticas ilegales de carreras que un vecino debió asumir el costo de los daños luego de que un automóvil terminara estrellado en contra de su propiedad.
Reclamó el uso de los llamados “roncadores” que son en definitiva lo que más ruido provoca y que mantiene en vela a los vecinos, o que al menos ella reconoce que en los 5 años que reside en el lugar, ha tenido que experimentar.

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