martes, 28 de enero de 2014

El dolor de una mujer que vive en la calle

El dolor de una mujer que vive en la calle


Estremecedora historia: mujer que ha hecho de un paradero su hogar, clama por ayuda. Cuenta que, cansada del exceso de alcohol de su pareja y de los malos tratos, decidió abandonar su casa. Hoy deambula por las calles, pidiendo dinero o trabajando esporádicamente para sobrevivir.
Faltan algunas horas para la medianoche. Las luces artificiales comienzan a iluminar las calles de la ciudad y la mayoría de los habitantes ya emprendieron el regreso a casa luego del día laboral. Sólo los motores de algunos autos interrumpen el silencio, mientras las ventanas del nuevo hospital parecen un mosaico que asoma como testigo de lo que ocurre en su vereda.
La noche es fría, más que ayer, pero eso poco le importa en este momento a Nancy, que con 51 años, no tiene otra alternativa que hacer de un paradero su hogar.
Es la segunda noche que verá el amanecer desde la pintoresca estructura hecha con otros fines, esperar la llegada de micros y colectivos, pero para esta mujer, es el refugio no deseado que debió improvisar como techo y cama.
“A veces me dejan quedarme en la guardia del hospital. Ahí hace algo más de calor. Pero no siempre puedo, ya que el guardia me saca. Me dice que ese lugar es sólo para los pacientes y para quienes deben hacerse algún control, no para dormir”, cuenta Nancy del Carmen Vera, quien hace dos días duerme en la calle… en realidad, en el paradero.
Cansada de los abusos de su ex pareja con problemas con el alcohol y que cada vez que bebía la echaba de su casa, debió deambular por las casa de diferentes familiares en busca de un lugar para vivir, pero nunca duró demasiado la estadía, “ya que todos tienen familia e hijos y yo no podía quedarme mucho tiempo con ellos”, dice Nancy.
El paradero frente al hospital, le sirve para estar más cerca de la atención médica, cuando le vuelven los dolores de brazos producto del reumatismo que le aqueja desde hace un tiempo. De todas formas, la enfermedad, no le impide trabajar y conseguir algo de dinero para comprar un café, sobre todo en los días más fríos.
“He trabajado haciendo de todo. Limpiando casas, cuidando niños, lavando y planchando ropa, así tengo algo de plata para conseguir un plato de sopa caliente y un café. Cuando no tengo, a veces la gente me deja algunos pesos. Hay gente que me ha dejado hasta tres lucas”, relata la mujer, mientras se mueve constantemente de pie hasta que decide sentarse en el banco de madera que más tarde será su cama.
Mientras acomoda su gorro de lana, Nancy cuenta que las enfermeras del hospital se preocupan por ella y su salud.
“Cada vez que vengo a control, las enfermeras aparte de darme algunos remedios e inyectarme, me dicen que no puedo estar viviendo en estas condiciones, que tengo que encontrar un lugar para vivir, porque si no, mi enfermedad puede empeorar y puedo terminar como mi hija o peor”, relata con celeridad Nancy, quien perdió a una hija hace ya unos 8 años a causa de una “grave enfermedad”.
Efectivamente, la única frazada que tiene Nancy para cubrirse y abrigarse, se la dieron las propias enfermeras.
Nancy dice que no le da miedo pasar la noche en esas condiciones. “A veces converso con la gente que espera colectivo en el paradero”, comenta la mujer, sentada junto a una cartera y un colorido bolso que la acompaña durante las noches en la calle.
La mujer que esta mañana seguramente despertó con los primeros movimientos de la locomoción colectiva y que en pocos días más cumplirá 52 años, aprovechó la oportunidad para solicitar, con humildad y hasta con vergüenza, la ayuda de personas “de buen corazón” que puedan tenderle una mano.
“Lo único que necesito es un lugar donde poder dormir y pasar la noche, nada más. Durante el día, yo busco cualquier trabajo que pueda realizar para ganar mi dinero”.


FUENTE   :   RADIO POLAR

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