Pese a que su vida cargada a los excesos era un secreto a voces, un cocinero personal del fallecido ex líder libio Muammar Gaddafi, se encargó de entregar detalles de las jaranas sexuales del coronel, las que en muchos casos dejaban como cumpleaños de niños las fiestocas de Hugh Hefner, caporal de Playboy.
El sapo contó la pulenta al diario The Sunday Times, donde confesó que su fenecido jefe era tan brutal cuando entraba al ring de cuatro perillas, que muchas mujeres terminaban atendiéndose en un hospital por las lesiones que éste les causaba, algunas de ellas internas.
El cocinero lengua suelta también señaló que Gaddafi ya parecía pitufo de tanto viagra que se echaba al cuerpo. A tanto llegaba su adicción a las pastillas azules, que incluso su enfermera ucraniana tuvo que pedirle que chantara la moto.
El goloso también le habría encargado a sus colaboradores de confianza que le compraran en París un aparato para aumentar el tamaño del guañaño.
Otro detallito que se supo es que el califa buscaba a sus amantes en universidades locales, y mantenía relaciones con sus guardaespaldas femeninas, las que, según contó el mismo Muammar, eran vírgenes.
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